Thursday, November 10, 2011

Reconociendo nuestras culpas (1era parte)

Daniel 9

8 Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos.
9 De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado,
10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas.

Comentario:

Algo bien difícil para nosotros es reconocer nuestras culpas. El mirar una situación desde el punto de vista de otro parece ser imposible para nosotros. Por eso a menudo ofendemos y no nos percatamos, y aun cuando nos damos cuenta, no nos retractamos y no pedimos perdón, y cuando pedimos perdón es más bien una serie de excusas, no una confesión profunda de nuestras culpas. Esta es la razón por la cual es supremamente importante que seamos humildes, la humildad provee el medio para arrepentirnos y admitir nuestras culpas, es por esto, que el salmista dice: un corazón contrito y humillado no lo despreciaras tu , oh Dios (Salmos 51:17), esto es debido a que al humillarse la persona reconoce verdaderamente su culpa.

Daniel acepta plenamente la culpa de Israel, con toda franqueza admite que habían pecado contra Dios (verso 5-8), no hay excusas en las palabras de Daniel, ni explicaciones por qué pecaron, esta es una confesión plena, una vez confesado los pecados ante Dios (solamente Dios puede perdonar pecados, nadie mas) David le dice a Jehová la parte que le corresponde a El, como Dios: de Jehová Dios es el tener misericordia, y el perdonar. Aunque ellos se habían rebelado contra Dios, el reconocimiento y confesión total traía como resultado que ahora Dios estaría dispuesto a perdonar. Al ser heridos por una persona, quizás cercana (padre, hijo, madre, esposo, esposa etc.) el dolor es inmenso y trae raíz de amarguras, Dios le desagrada extremadamente la acciones de aquellos que hacen tal cosa, sin embargo si estos reconocen su falta y verdaderamente piden perdón, entonces queda de nuestra parte perdonar de todo corazón, si no perdonamos, entonces Dios también le desagrada nuestra acción.