Wednesday, April 6, 2011

El misterio de la Fe

Hebreos 11

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
2 Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos.
3 Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
5 Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios.
6 Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.

Comentario:

Aunque tenemos un conocimiento general acerca de la fe, el hecho que no podemos accionarla debidamente significa que no tenemos un pleno conocimiento de esta. Es fácil decir “yo creo” o tengo fe, sin embargo en el momento de necesidad fallamos y la supuesta fe no nos da resultado. ¿Qué está sucediendo? La palabra es firme: todo lo que pidáis en mi nombre yo lo hare (Juan 14:13) esta es una promesa y no puede ser invalidada por su autor, Jesus mismo, pues el no miente, sin embargo nos encontramos pidiendo, y no vemos los resultados, ¿a qué se debe esto? ¿Sería la falta de fe? En el libro de Santiago 4:3 dice: Pedís y no recibís porque pedís mal, en el verso continua diciendo que la razón es por gastar en vuestros deleites, pero hay muchas cosas que pedimos y no es para deleites, entonces ¿cuál es el problema? Hay razones para pensar que es la falta de Fe que nos impide ver los resultados de nuestras acciones y peticiones, y sin fe es imposible recibir o aun agradar a Dios.

En Santiago 1:6-8 nos muestra el antagonista de la fe: la duda. “Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra”. Este verso nos indica que la mayoría de las peticiones que no son contestadas es debido a que no utilizamos fe al hacer la petición. Aun siendo cristianos no nos ejercitamos en la fe, y esta necesita ser ejercitada para que podamos crecer en ella. Somos dependientes de nuestros propios esfuerzos y capacidad, rara vez dependemos enteramente de Dios; si tenemos algún dolor, hacemos una cita al médico de inmediato, si necesitamos dinero buscamos un prestamos u otro trabajo, si tenemos un problema legal, llamamos al abogado, en fin Dios no está presente cuando ningunos de estos obstáculos o problemas se levantan, como entonces podemos decir: tenemos Fe? Tener fe es depender de Dios a siega no de lo que podemos ver o de nuestros propios esfuerzos o habilidades.

El misterio de la fe es también la razón por la cual es difícil alcanzarla: es creer cuando no se ve, es estar convencido de algo imposible. Nuestros sentidos humanos están limitados a nuestro diario vivir y a las posibilidades de nuestra sociedad, si el diagnostico medico es cáncer tendemos a pensar: no hay cura, de hecho allí mismo mengua y termino nuestra fe. Hace poco un predicador relataba que a su esposa le diagnosticaron cáncer en los ovarios y que nunca podrían tener hijos, el miro a su esposa delante del médico y comenzaron a reírse, por lo que el doctor se enojo, esto es sin duda Fe, es creer de tal manera que pudieron reírse ante tal drástico diagnostico, de hecho Dios la sano por completo. Donde hay Fe es imposible que Dios NO obre. Abraham creyó a Dios tanto que creía que aun si sacrificaba a su hijo Dios le daría descendencia, Elías creyó tanto a Dios que reto a los sacerdotes de Baal a ver quien verdaderamente era Dios, Josué ordeno al sol a detenerse en el medio del cielo y el sol no tuvo opciones sino que detenerse, porque creyó a Dios cuando puso la orden. Es pues la fe la certeza (estar cierto o seguro) de lo que se espera, y la convicción (absolutamente convencido) de lo que no se ve (Hebreos 11) este es el misterio de la fe, y si la tuviésemos del tamaño de un grano de mostaza, haríamos proezas.