Tuesday, March 29, 2011

Amando a Dios debidamente.

Lucas 7

41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta;
42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?
43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado.
44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos.
45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies.
46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies.
47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama.

Comentario:

Por lo general el testimonio de un ex drogadicto, asesino, prostituta, homosexual, entre otros tipos de delincuencias y pecados que consideramos aberrantes y abominables, es más impactante debido al cambio radical de sus vidas y del rescate de ese tipo de vidas. A menudo escuchamos el decir: “si no fuese por Dios estuviera muerto hoy o quien sabe”, ya que el destino de tales formas de vida traería como consecuencia muertes súbitas. El que se sana de cáncer está más agradecido del que se sana de una gripe, de hecho por lo regular ni damos gracias a Dios por habernos recuperado de una gripe, o una fiebre por que por lo “general” nadie se muere de gripe, y es “normal” que nos recuperemos, por ende no agradecemos a Dios el recuperarnos ya que es normal que nos recuperemos de esto; pero cuando es cáncer, sida, u otro tipo de enfermedad terminal somos presto en orar a Dios y tal testimonio se queda con nosotros por el resto de nuestras vidas, ¿está bien de nuestra parte el hacer esto?

Es naturaleza humana agradecer dependiendo el “tamaño” del favor recibido, Jesus conocía esto, y pone el ejemplo de un acreedor que tenía dos deudores (verso 41) uno debía 500 denarios, y el otro 50, el acreedor perdono a ambos, y Jesús le hace la interrogante a Simón: cuál de los dos, crees que amara mas al acreedor? Este obviamente replico el que debía mas, por lo cual Jesus también estuvo de acuerdo con el. La conversación de Jesus y el Fariseo fue debido a una mujer que siendo mala (pecadora) había entrado, y comenzado a regar los pies del maestro, a enjugarlos con sus cabellos y también a besarlos, por lo cual Simón dijo para sí (o sea pensó) si fuese este profeta conociese que tipo de mujer es, Jesus que conocía sus pensamientos le explico el porque permitió tal cosa y también porque la mujer era tan agradecida. Aquí podemos notar una enseñanza clara: pasamos por alto el favor de Dios, el perdón de nuestro pecados y la salvación de nuestras almas debido a que no éramos “tan malos”.

¿Amamos a Dios menos que aquellos que una vez fueron asesinos, homosexuales, drogadictos? Los cristianos “nacidos” en el evangelio (aunque tal cosa no existe) muchas veces tienden a justificarse, y señalar: yo nunca fui así, ni tampoco hice eso; ahora bien no es que este mal el no haber ‘conocido” al mundo hasta cierto punto, el salmista dice en el salmo 1, que es bienaventurado el joven que no anduvo en consejos de malos ni en silla de escarnecedores se ha sentado, pero pese a esto nuestro amor hacia Dios debe ser igual que el de aquel a quien Dios rescato de pecado extremo, y aun mas agradecidos que nos extendió su gracia al rescatarnos desde una edad bien joven. Nuestro amor hacia Dios debe ser igual debido a que no hay niveles de salvación, el que es salvo es salvo, no importando su pasado, y debido a que ningún pecado puede ser limpio sino es por la sangre de Cristo, haciendo que sea imposible ser salvo aun teniendo pecados “pequeños” o pecados “grandes” salvo que sea a través de la sangre de Cristo.